jueves, 18 de junio de 2009

Boletín N 1: El juego de la legalidad

Eugenio Hernández-Bretón Decano de la FCJP

Cada sociedad se mueve dentro el juego de la legalidad. Las relaciones entre padres e hijos, entre hermanos, entre vecinos, entre la gente que se quiere y los que se odian, entre profesores y alumnos, entre quienes juegan fútbol, básquet, béisbol o tenis, los que colean toros, entre quienes están en la paz y los que combaten en la guerra, entre trabajadores y patronos, entre autoridades y justiciables; todas se mueven dentro del juego de la legalidad. Muchas veces damos esto por tan sobrentendido que no nos damos cuenta de que jugamos al juego de la legalidad. Puede haber -y efectivamente sí existen- otras reglas para otros juegos, pero ninguna brinda la posibilidad que ofrece el juego de la legalidad. La legalidad es el único juego posible que permite una convivencia ordenada, solo él brinda el orden que conduce a la paz. El juego de la legalidad se aprende en casa, se practica en la calle y en la casa, a todas las horas, todos los días, en todos los escenarios. Las reglas del juego de la legalidad se dictan por una autoridad superior, su aplicación se controla por un árbitro, su contenido y su perfectibilidad se estudian en las escuelas especializadas. Es función de éstas aportar su trabajo y su refl exión en el perfeccionamiento de las reglas del juego y su aplicación. Pero tal vez más importante aún, quien sabe si comparable con la vocación de respeto de todos por las reglas del juego, es la intervención del árbitro del juego, alguien que de vez en cuando cante un straik o un fuera de juego. Él debe asegurar que todos juguemos según la mismas reglas, que quien gane lo haga sin ventajismos. No en vano la FIFA habla de Juego Limpio.

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